El Colegio Lucilo Carvajal es un Centro Público de Educación Infantil cuya denominación tiene por objeto rendir homenaje a la insigne alboloteño Francisco Carvajal, a quien se conoce en Albolote por el cariñoso apelativo de “Lucilo”.
El carácter generoso, afable y cercano de Francisco Carvajal ha propiciado, desde siempre, que exista una excelente y fructífera relación con este colegio, que se ha destacado por desarrollar un modelo de escuela abierta y participativa, en el que las familias, y el conjunto de la comunidad que rodea al centro, tienen un protagonismo muy notable.
Acondicionamiento del patio de recreo a los intereses y necesidades lúdicas de los niños y niñas
En el curso 1994-95 el equipo directivo del Colegio Lucilo Carvajal se propone abordar un proyecto de acondicionamiento del patio de recreo, ya que éste no estaba en consonancia con el resto de las instalaciones del centro.
En su dilatada experiencia docente, estas maestras venían observando una realidad poco satisfactoria en lo referente a los juegos que realizaban los niños y niñas, de manera espontánea, en ese espacio de recreo. Advertían que la mayoría de ellos estaba perdiendo el gusto por los juegos sociales, al haberse perdido la costumbre de jugar en la calle y, para muchos, era el patio del colegio el único lugar donde tenían oportunidad de desarrollar juegos al aire libre, en compañía de iguales, hecho de capital importancia en el proceso de desarrollo emocional y social del individuo. Por otra parte, los niños pasaban, en sus casas, mucho tiempo mirando la televisión –por motivos obvios- y luego intentaban reproducir en sus juegos de representación de papeles, tan característicos de la última etapa de la edad infantil, toda la violencia que continuamente les mostraban los héroes televisivos.
Si a todo lo dicho se añade que las dimensiones del patio estaban muy por debajo de lo recomendado para el número de alumnos del centro, se entenderá que algunos niños y niñas se sintieran agredidos y rechazaran estar en el patio.
Por todo ello, y en colaboración con la Facultad de Bellas Artes de Granada, propusieron la creación de territorios de juego –mediante el uso de la pintura en paredes y algunas zonas del suelo- y mediante elementos escultóricos muy livianos, que sugirieran volúmenes ocupando poco espacio, y brindaran estímulos suficientes a los pequeños para que ellos fueran capaces de desarrollar, de manera espontánea, un juego creativo e interesante desde el punto de vista educativo. Propusieron crear tres territorios de juego, uno que tuviera como elemento central La Casita, otro inspirado en un zoo y un tercero en el que los niños y niñas pudieran viajar, de manera imaginaria, por tierra, mar y aire.
Gracias a la aportación económica de la Fundación Francisco Carvajal, y a la muy buena acogida del alumnado de Bellas Artes y sus profesores, se pudieron llevar a buen término, los dos primeros territorios, en los que el alumnado del centro reconoció espacios de juego interesantes donde desarrollar su actividad lúdica.